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¿Cómo trataban los antiguos egipcios el cáncer?

Tumores y dioses: el enigmático arte de curar en el antiguo Egipto

Cuando pensamos en Egipto, solemos imaginar pirámides que desafían el tiempo, jeroglíficos que susurran mitologías, y momias que parecen más vivas que muchos lunes por la mañana. Pero, más allá de lo espectacular, Egipto fue también una civilización que desarrolló una medicina sorprendentemente compleja, que oscilaba entre la observación empírica y la invocación mágica. Y entre sus papiros médicos se esconden pistas de una batalla tan antigua como la humanidad misma: la lucha contra el cáncer.

Una medicina escrita en papiro y piedra

Los egipcios no solo construyeron obeliscos; también redactaron tratados médicos que hoy constituyen una fuente invaluable para entender su pensamiento clínico. Dos documentos destacan especialmente: el Papiro de Edwin Smith y el Papiro de Ebers. El primero, fechado alrededor de 1600 a.C. pero basado en conocimientos previos, es el manual quirúrgico más antiguo que se conserva. En él se describen heridas, fracturas, y de forma inquietante lo que podría ser una de las primeras menciones documentadas de tumores malignos.

Uno de sus pasajes describe una “masa en el pecho” que no responde a tratamiento. Ni plegarias, ni bisturí, ni pócimas surtían efecto. La recomendación del médico es escalofriante por su resignación: “No se hace nada”. Hoy, esta escena podría interpretarse como un diagnóstico precoz, aunque involuntario, de cáncer de mama.

Diagnóstico sin microscopio, cirugía sin anestesia

La práctica médica egipcia combinaba una racionalidad rudimentaria con un profundo respeto por lo sobrenatural. Su aproximación a las enfermedades seguía una lógica binaria: ¿era curable o no? Si lo era, se intervenía; si no, se documentaba… y se dejaba al dios correspondiente.

En casos de masas o tumores, el abordaje era limitado, aunque no inexistente:

  • Evaluación empírica: Los médicos egipcios observaban síntomas visibles y táctiles. Su habilidad para describir la consistencia, localización y evolución de una lesión resulta asombrosamente precisa, considerando que operaban sin microscopios ni laboratorios.

  • Cirugía menor: En ocasiones se realizaban incisiones, drenajes o extirpaciones superficiales, pero siempre en áreas accesibles. La profundidad anatómica no era su terreno.

  • Tratamientos tópicos: Aplicaban ungüentos de miel, resinas, grasas animales y compuestos minerales. Muchos de estos, como la miel, tienen reconocidas propiedades antibacterianas. Otros, como el cobre, actuaban como rudimentarios antisépticos.

  • Intervención mágica: Cuando la medicina empírica fallaba, se abría paso la medicina ritual: hechizos, conjuros y ofrendas para apaciguar espíritus causantes del mal. A veces, el diagnóstico era más teológico que clínico.

Farmacopea entre el mito y la molécula

Aunque no hablaban de “principios activos” ni sabían qué era un macrófago, los egipcios tenían intuiciones químicas notables. Su botica incluía:

  • Miel: Usada por su acción bactericida, era aplicada en heridas infectadas y procesos inflamatorios.

  • Cobre: Se utilizaba como polvo o en instrumentos quirúrgicos. Su efecto antimicrobiano ha sido validado en estudios actuales.

  • Resinas y gomas vegetales: Funcionaban como excipientes o antisépticos naturales en preparados tópicos.

  • Ajo y cebolla: Repletos de compuestos sulfurosos, eran considerados protectores del cuerpo y empleados en tónicos generales.

Más que supersticiones, muchas de estas sustancias mostraban una eficacia observable, lo cual refuerza la idea de que la medicina egipcia combinaba método y mística, sin pedir disculpas a ninguna de las dos.

En esta tabla podemos observar los diferentes remedios que se utilizaban para tratar las patologías oncológicas de las 3 grandes civilizaciones antiguas:

Civilización Remedios utilizados Propósito terapéutico
Egipcia – Miel, resinas, grasas animales

– Emplastos con cobre

– Cirugías rudimentarias (incisiones, drenajes)

– Rituales mágicos y oraciones

– Antiséptico y antiinflamatorio

– Prevención de infecciones

– Alivio de síntomas y reducción de inflamación

– Tratamiento espiritual cuando la medicina física fallaba

Griega – Dieta y ejercicio

– Sangrías y purgantes

– Cauterización

– Cirugía en etapas tempranas

– Restaurar el equilibrio de los humores

– Eliminar sustancias nocivas del cuerpo

– Destruir tejido enfermo

– Extirpar tumores accesibles

Romana – Sangrías y ventosas

– Aplicación de caústicos

– Cirugía con excisión completa

– Observación y documentación de casos

– Eliminar exceso de bilis negra (causa percibida del cáncer)

– Destruir tejido canceroso

– Remover completamente el tumor

– Aprendizaje y mejora de tratamientos futuros

¿Conocieron el cáncer?

Aquí conviene ser rigurosos: los egipcios no tenían una definición conceptual de cáncer como proliferación celular incontrolada. No existía una palabra específica, ni una hipótesis etiológica compatible con la biomedicina actual. Pero sí existía la observación aguda de que ciertas masas crecían, dolían, y no se curaban. Y, sobre todo, existía el gesto crucial de escribirlo, de registrarlo, de advertir: esto no tiene cura.

Ese gesto de humildad médica es ya una forma embrionaria de ciencia. Porque reconocer los límites del conocimiento es la puerta de entrada al verdadero saber.

Un legado que trasciende los sarcófagos

La medicina egipcia influyó profundamente en las culturas griega y romana. Hipócrates y Galeno caminaron sobre los ecos de Imhotep. Y aunque su comprensión del cuerpo era incompleta, su método de observación, registro y clasificación sienta precedentes de lo que hoy llamamos historia clínica.

La lucha contra el cáncer no comenzó en un laboratorio moderno, sino en las orillas del Nilo, cuando un escriba anotó que una masa era inoperable, y que ante ella solo cabía el silencio. Ese silencio ancestral, resignado y profundamente humano es el punto de partida de una historia médica que aún escribimos.

Desde las orillas del Nilo hasta las páginas de la historia clínica, los egipcios ya sabían que cuando el cuerpo calla, el PAPIRO HABLA.

 

Soy David Garduño Blanco, farmacéutico especialista en atención dermofarmacéutica del paciente oncológico y experto en inteligencia artificial.

A través de mis redes sociales, bajo el usuario @oncoceutico, comparto contenido educativo y motivacional, buscando crear una comunidad informada y empática en torno al cuidado dermocosmético del paciente oncológico y el mundo de la oncología.

Mi objetivo es seguir aprendiendo y compartiendo conocimientos que contribuyan a humanizar la atención farmacéutica y a mejorar el bienestar de quienes enfrentan el desafío del cáncer.

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