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¿Cuál es el cáncer más frecuente en niños?

Cuando el cáncer llega demasiado pronto

Nadie está preparado para que un niño enferme. Y mucho menos, para que lo haga de cáncer. Es una palabra que ya pesa en cualquier contexto, pero cuando se cruza con la infancia, deja sin aire. No es frecuente, pero sí lo suficiente como para seguir siendo una de las principales causas de muerte infantil por enfermedad.

Lo que muchos no saben es que el cáncer en los niños no es igual al de los adultos. No solo cambia el tipo de células afectadas; también varía la velocidad con la que avanza, y sobre todo, la forma en que se trata.

Leucemia: el enemigo más común

La mayoría de los casos de cáncer en la infancia llevan el mismo nombre: leucemia linfoblástica aguda. No es raro que represente casi un tercio del total. Afecta a la médula ósea, donde se fabrican las células de la sangre, y llena ese espacio de glóbulos blancos que no funcionan.

A diferencia de otras leucemias que aparecen más tarde en la vida, esta surge temprano y con mucha agresividad. No siempre tiene causa clara. Tal vez una combinación entre errores espontáneos en la división celular y factores ambientales que apenas empezamos a entender.

¿Cómo se trata?

Durante años, la base ha sido la quimioterapia en fases, que puede extenderse más allá de los dos años. Algunos niños necesitan un trasplante de médula ósea, sobre todo si el cáncer vuelve o no responde.
Y en los últimos años, hay un avance que parece ciencia ficción pero es bien real: la terapia CAR-T. Se extraen células del sistema inmune del propio paciente, se reprograman para que reconozcan a las cancerígenas y se reinyectan. En algunos casos de LLA que ya no respondían a nada, ha funcionado donde todo lo demás falló.

Otros tipos de cáncer en niños

No todo es leucemia. Hay otros tumores que, aunque menos comunes, siguen presentes en muchos hospitales pediátricos.

Tumores cerebrales

Están entre los más frecuentes después de la leucemia. El meduloblastoma y los gliomas son los nombres que más se repiten. Suelen generar síntomas como vómitos sin razón, pérdida de equilibrio o dolores de cabeza que no se van.

¿Qué se hace?
Lo ideal es operar, si se puede. Luego, según el caso, se indica quimio, radioterapia o ambas. En algunos subtipos de glioma, se están empezando a usar fármacos que atacan mutaciones específicas. No es común, pero es una ventana nueva.

Linfomas

Tanto el de Hodgkin como el no Hodgkin aparecen en niños. El primero suele darse en adolescentes; el segundo, en niños más pequeños. A veces se detectan por un bulto en el cuello o axila que no duele.

Tratamiento habitual:
Quimioterapia adaptada al tipo y la edad. En Hodgkin, a veces se suma radioterapia. En linfomas más agresivos, se puede usar inmunoterapia, como anticuerpos dirigidos.

Neuroblastoma

Este es un tumor que aparece temprano, incluso antes del primer año de vida. Nace en el sistema nervioso simpático, muchas veces en el abdomen.

¿Y el tratamiento?
Cuando se detecta en etapas iniciales, puede bastar con cirugía. Si es de alto riesgo, la cosa se complica: hay quimioterapia intensiva, trasplante autólogo, radioterapia, y tratamiento con anticuerpos como el anti-GD2. También se investiga el uso de inhibidores genéticos en casos específicos.

Tumor de Wilms

Es un cáncer de riñón que casi siempre se diagnostica en niños menores de 6 años. Muchos padres lo descubren al palparles una masa en la panza.

Qué se hace:
Se extirpa el riñón afectado (nefrectomía) y se da quimioterapia después. Si hay factores de riesgo, también se aplica radioterapia.

Rabdomiosarcoma

Es un tumor que nace en los músculos. Puede aparecer en distintas partes del cuerpo, como cabeza, cuello o vejiga.

Tratamiento típico:
Combinación de quimioterapia, cirugía y, si hace falta, radioterapia. Los esquemas suelen incluir vincristina, actinomicina D y ciclofosfamida.

Tumores óseos: osteosarcoma y sarcoma de Ewing

Estos aparecen más en la adolescencia. Uno ataca las metáfisis de los huesos largos (osteosarcoma) y el otro puede salir también en tejidos blandos (Ewing).

¿Cómo se abordan?
Primero con quimioterapia para achicar el tumor. Luego cirugía, a veces se puede salvar la extremidad. Después, otra ronda de quimio. En el Ewing, también se suma radioterapia. Algunos ensayos exploran inmunoterapia, pero aún no es parte del tratamiento estándar.

Señales que no deben ignorarse

El problema del cáncer infantil es que puede disfrazarse de muchas otras cosas. Pero hay señales que no conviene pasar por alto:

  • Fiebre que dura más de lo habitual

  • Pérdida de peso sin causa

  • Moretones sin explicación

  • Cansancio fuera de lo normal

  • Dolores persistentes (sobre todo en huesos)

  • Ganglios inflamados

  • Dolores de cabeza que empeoran por la mañana

  • Cambios en el comportamiento o en el ánimo

El otro tratamiento: el emocional

Nadie se entrena para acompañar a un niño con cáncer. Ni el niño, ni la familia, ni el entorno. El impacto va más allá del cuerpo: toca la escuela, la autoestima, el ánimo. Por eso, los equipos de salud no solo incluyen oncólogos. También hay psicólogos, trabajadores sociales, profesores hospitalarios. Todos cuentan.

Una conclusión que no termina

La leucemia linfoblástica aguda es la más común, sí. Pero lo que realmente importa es que cada diagnóstico es una historia distinta. Algunas terminan bien, otras no. Lo que sí es cierto es que el conocimiento avanza, y con él, las posibilidades de curación. En los últimos 30 años, muchas estadísticas han cambiado. Lo que antes era un pronóstico oscuro, hoy puede ser una historia con segunda parte.

La medicina sigue, los ensayos clínicos siguen, y sobre todo, la lucha sigue. Porque, no debemos olvidar que aunque la enfermedad irrumpa con fuerza, la esperanza, bien acompañada, suele tener más resistencia de la que parece.

Soy David Garduño Blanco, farmacéutico especialista en atención dermofarmacéutica del paciente oncológico y experto en inteligencia artificial.

A través de mis redes sociales, bajo el usuario @oncoceutico, comparto contenido educativo y motivacional, buscando crear una comunidad informada y empática en torno al cuidado dermocosmético del paciente oncológico y el mundo de la oncología.

Mi objetivo es seguir aprendiendo y compartiendo conocimientos que contribuyan a humanizar la atención farmacéutica y a mejorar el bienestar de quienes enfrentan el desafío del cáncer.

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